La
Chica que estuvo un mes
encerrada
en la página doce,
se
quedó estancada entre líneas de café,
leyendo
canciones que no irían dedicadas
a
antiguas novias de viejas glorias,
a
tramas vendidas a precio de ganga,
a
infinitos sueños infinitos,
a
protagonistas que debieron ser
astronautas
y se conformaron
con
ser mendigos,
a la
concentración nocturna
que
llega a costarte más de un insomnio.
(Pausa invisible de
miradas sorprendentes.)
(Sigue leyendo o eso
queremos.)
A
acostarse y no saber con quién,
al
escritor, al trauma del miedo
y al
miedo al trauma.
A las
novelas negras que se esconden
con
portadas rosa.
La
Chica que estuvo un mes
encerrada
en la página doce,
ésa,
La que
no sabe si habrá un 'yo'
con
otro mismo
y que
si de uno mismo se tratara
no
trataría de verificar si vive
su
propia realidad escrita
en
libros de Ensayo y Error.
La que
sin valor arrancó
la
página trece sin arriesgarse
a leer
la once.
La que
desconoce el simbolismo
de la
metáfora por escrito,
pero
que hablada,
la
mastica
como
si no hubiera mañana.
La
Chica que estuvo un mes
encerrada
en
la
página
doce,
aquella
a la que le prestaste
abiertos
todos tus libros
y
nunca te los devolvió
cerrados.