domingo, 1 de abril de 2012

Del tiempo que tarda uno en verse en el espejo

Ahora,
como tiempo,
empieza el espectáculo
de dinamitas que no explotan,
de preámbulos a un entierro,
de las vueltas que doy para llegar a tu esquina.
Y ahora de nuevo,
pero como intento,
se me apaga la madrugada.
El día menos pensado,
te pienso en pasado
y lo que pasa
es que nunca paso de la raya.

Después de pensar
viene odiarse,
con todos los instantes circulares.
Lo mejor de la historia
es no empezarla
y sé que serías
un teléfono que me aprendería,
u otra calzada alejada
donde los coches acaban.
De niños nunca pensamos
en las consecuencias.
De niños nunca sufrimos
como ahora.

3 comentarios:

  1. Brutal entrada maestro!!

    Cuando las madrugadas se apagan no se que aceras nos quedan por caminar ni que bares podemos conquistar... pero sé que después de niños los miedos y los problemas crecen a la par, a nuestro mismo ritmo!!

    Un abrazo cargado de sueños!!

    ResponderEliminar
  2. del tiempo que tarda uno en darse cuenta de las cosas... =)

    ResponderEliminar