miércoles, 24 de noviembre de 2010

Supongo que da igual quién lo lea. El sentido de las palabras depende de cómo envíes el mensaje, de ese sentido cada receptor sacará su propia conclusión. Da igual la hora, es tarde, es muy tarde y es verdad que prefiero cobijarme a que me de la luz. No quiero dar pena pero la doy. No quiero hablar pero me obligan a hacerlo. No quiero llorar pero no tengo otra solución. Tic-tac, me avisa. No entiendo porque nadie me enseña. A veces escribo para mí, para buscarme en este orden tan imperfecto y huyo entre páginas que no me dicen nada. No quiero leer esto pero sí obtener una respuesta que me ayude a salir del abecedario, que me tiene metido de lleno en pensamientos y recuerdos, entre agobios y situaciones que me paralizan. Yo no digo nada porque no sé que decirle a esta espera, que no decide ni habla en castellano. Tic-tac, aún no es la hora. Ya no sé en qué fase estoy, porque me encuentro entre estados y cuanto más rápido voy, más lento va el tiempo. Y aquí me tienes, que no me olvido que tengo que esperar, que no espero que me olvides, que no olvido que te quiero.

Las olas de la noche

1 comentario:

  1. Como si fuera (quizás lo es) escritura automática. El no pretender que alguien lo entienda. Menudo comienzo. Y el final.

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